Este padecimiento suele afectar más a mujeres que a hombres y se manifiesta, generalmente, con cambios en el estado de ánimo al inicio o término de las estaciones, especialmente en invierno.
El invierno no solo trae consigo bajas temperaturas, lluvias y ansias por la ingesta de alimentos más calóricos, sino también la aparición del Trastorno Afectivo Estacional, conocido comúnmente como Depresión Estacional, fenómeno que involucra cambios en el estado de ánimo y que se vincula directamente con la disminución de la luz. Además, personas que cuentan con un historial de cuadros depresivos son más propensos a padecerlo y puede generarse tanto en otoño como en invierno.
Sobre las causas de este trastorno, la psicóloga y Doctora en Psicoterapia de la Facultad de Psicología y Humanidades de la Universidad San Sebastián (USS), Paula Dagnino, explica que “se ha planteado que aquellas personas que lo padecen presentan menos serotonina en el cerebro, la cual podría afectarse por la luz solar a nivel molecular y disminuir en épocas de poca luz. También se ha planteado que la falta o deficiencia de vitamina D podría influir, ya que es la vitamina que promueve la serotonina”.
Por otro lado, el Trastorno Afectivo Estacional se da mayoritariamente en mujeres, dura entre cuatro y cinco meses y se repite año a año. Sobre los síntomas, la psicóloga USS detalla que entre los principales se “encuentran el sentirse desesperanzado o pesimista, irritabilidad, frustración, tristeza, ansiedad y culpabilidad, además de molestias físicas como calambres, dolores de cabeza o dificultad para concentrarse. Otros signos de este trastorno suelen ser dormir demasiado, comer en exceso (especialmente carbohidratos) y retraerse socialmente”.
Respecto al diagnóstico, la Dra. Dagnino enfatiza que se debe consultar con un especialista cuando los síntomas cumplen ciertos criterios como “presentar sintomatología depresiva o del trastorno estacional de una manera que altere el funcionamiento de la vida diaria”. El especialista será el encargado de evaluar si se trata de un Trastorno Afectivo Estacional o un trastorno depresivo. Esto a través de la recolección de la historia y la vivencia de otros inviernos/otoños. Los tratamientos para esta enfermedad van desde la psicoterapia, fototerapia (con luz), medicamentos y suplementación de vitamina D, todos los cuales pueden ser complementarios.