En un hecho inédito, tanto para el colegio San Javier de Puerto Montt, como para la Comunidad Trekahuenu de Maullín, un centenar de estudiantes de segundo básico del establecimiento educacional fueron recibidos por las familias que componen esta organización Mapuche – Lafkenche que ya cumple 20 años desde su constitución.
La Comunidad Trekahuenu es una agrupación constituida por familias Mapuche – Lafkenches venidas de distintos territorios de la región y que hace más de 20 años confluyeron por diversas situaciones laborales y familiares, en la comuna de Maullín en donde se fueron asentando y donde comenzaron a compartir sus tradiciones y cosmovisión. Hasta que el año 2004 decidieron formalizar su existencia como comunidad constituyéndose en el territorio.
Tras 20 años de trabajo y esfuerzo por rescatar las tradiciones ancestrales del territorio han logrado ganarse un espacio en la comunidad y el país, habiendo sido incluso objeto de documentales y programas de televisión, incluso para la televisión francesa.
Es por esto que, a 20 años de su constitución esta comunidad ha decidido ampliar sus esfuerzos a nivel local por difundir su cultura y tradiciones, abriendo sus puertas a escolares de diversos colegios, cuyos profesores han considerado importante otorgar a sus estudiantes la posibilidad de contactarse en vivo y en directo con la cosmovisión mapuche lafkenche.
Es así que, al recibir una solicitud, por medio de un enlace colaborador, de parte de las profesoras de los segundos años básicos del Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt, para recibir la visita de sus estudiantes, no lo dudaron, aceptaron de inmediato y prepararon un nutrido programa de actividades que durante tres días les mantuvo recibiendo tanto a las niñas y niños, como a sus profesoras, asistentes de aula y apoderados.
Durante las tres jornadas, los integrantes de la comunidad pusieron todo su cariño y empeño en preparar comidas típicas, construir relatos sobre sus tradiciones y cultura, desde la simbología tradicional, hasta los instrumentos musicales y juegos típicos de sus antepasados. Todo enmarcado además en recibir a tan hermosas visitas en su ruka tradicional, entorno al fogón, con sus vestimentas típicas y acompañados por sus líderes.
La evaluación de la visita se puede desprender del relato de los propios participantes y sus anfitriones, quienes se muestran felices por un lado y muy satisfechos por el otro, además de tener la esperanza de poder ampliar este tipo de encuentros a otros colegios de la región interesados en entregar a sus estudiantes la posibilidad de conocer la cultura viva de nuestros pueblos originarios, más allá de lo que cuentan los libros de historia y los noticieros nacionales.