SER PROFESOR/A EN CHILE: QUÉ NECESITA LA ESCUELA DE LA SOCIEDAD
Dr. René Valdés y Dra. Carmen Gloria Garrido
Escuela de Educación, Universidad Andrés Bello Sede Viña del Mar
Una vez más, el debate público en Chile gira en torno al profesorado. Esta vez enfocado en los procesos de admisión a las carreras de pedagogía, pues cada vez menos jóvenes eligen la pedagogía como opción profesional, y muchos de los que lo hacen terminan abandonando el sistema escolar. Las soluciones a esta problemática giran principalmente en torno a elevar los puntajes de ingreso, aumentar los salarios y mejorar las condiciones contractuales. Si bien estos aspectos son importantes; es necesario dejar de preguntarse qué profesores necesita la sociedad y empezar a preguntarse qué sociedad necesitan los profesores.
Este punto nos parece sustancial, ya que mientras la escuela es criticada por lo que hace o deja de hacer, la sociedad ofrece problemas críticos como corrupción, crisis en los poderes del Estado, problemas éticos, violencia, segregación, polarización, pesimismo y fragmentación social. Además, diversos estudios en Chile destacan que, desde una visión economicista, la educación no está ajena a la racionalidad del mercado que infravalora la propia pedagogía y el rol democratizador de la escuela.
Si uno revisa los países que han logrado un alto reconocimiento social de sus maestros, como Finlandia, Singapur o Alemania, uno encuentra elementos comunes, como los niveles de autonomía en el aula, la inversión en formación continua, reconocimiento público, estabilidad laboral y focalización en las condiciones de enseñanza. Estos países han entendido que la valoración social de los maestros no solo es un reflejo de una determinada política pública, sino también de cómo se organiza la sociedad en su conjunto para apoyar y respetar la educación.
Pero este análisis no está completo sin una reflexión más profunda: la pedagogía es una carrera profundamente sensible a los conflictos de la sociedad. Los docentes están en primera línea, enfrentando los desafíos que surgen de la pobreza, la inequidad y la falta de oportunidades que muchas familias y estudiantes enfrentan. Por eso, no basta con mejorar las condiciones salariales o de ingreso a la carrera, que sin duda son necesarias. Es fundamental que el Estado asuma un rol más activo en la resolución de estos problemas estructurales que afectan a las escuelas y que impactan directamente en el trabajo docente.
Por lo tanto, creemos fundamental una reorganización a nivel país para que los jóvenes no teman optar por la pedagogía, y que, al hacerlo, se encuentren con escuelas que son respetadas y que ofrecen condiciones adecuadas de participación y formación. Esto permitirá la creación de espacios donde se enseñe, se aprenda y se construyan pedagogías que permitan una educación más inclusiva, justa y equitativa.