Se ha logrado instalar en el discurso público la urgente necesidad de reactivar la educación, porque la evidencia muestra que muchos niños no están adquiriendo los aprendizajes adecuados para enfrentar la adolescencia y la adultez, en lo cognitivo, social y emocional.
Sin embargo, urge pasar a la acción, no solo por razones educativas y de capital humano, sino también por los riesgos asociados a una trayectoria educativa deficiente: aumenta la probabilidad de deserción, de trabajo adolescente, de delincuencia y de que los jóvenes se vean secuestrados por el mundo del narcotráfico.
Las medidas que se implementen deben necesariamente involucrar a la comunidad. Hoy, la articulación entre colegios, servicios de educación, municipios, familias, alumnos, sociedad civil y sector privado puede rescatar el futuro de muchos.
Por ejemplo, capacitar a cientos de madres sin empleo o con empleos parciales para que organicen talleres grupales en sus vecindarios durante el verano –periodo en el que se pierde mucho aprendizaje– para fomentar la lectoescritura y brindar un espacio de confianza y cuidado puede marcar una gran diferencia en el destino de esos niños. Estas madres se transforman en líderes positivas y aportan concretamente a sus comunidades. Sus hijos, como participantes activos de los talleres, experimentan formas enriquecedoras de pasar las vacaciones y sienten orgullo de ser hijos de quienes, con amor y compromiso, hacen de su comunidad un lugar mejor y más seguro para todos.
Movilicémonos ya. El programa Leer Es Poderoso es una alternativa para el próximo verano para más de 2000 niños de 18 comunas de Chile, gracias a la colaboración de madres, voluntarios, colegios y empresas privadas. Podrían ser miles de niños más. ¿Quizás entre todos “lo damos vuelta”?
Anne Traub, directora Fundación Familias Primero

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