Y decenas de recuerdos testimoniales agradecidos

Fueron 16 años de esfuerzo hasta llegar a contar con un edificio especialmente diseñado para acoger a hombres y mujeres en situación de calle. Este 23 de diciembre será la inauguración oficial en una suerte de magnífico regalo de Navidad para las personas más desvalidas de nuestra ciudad.

Por Ximena Torres Cautivo

Este 23 de diciembre se cerrará un significativo capítulo que tomó 16 años en la historia del Hogar de Cristo en Osorno: la construcción de un moderno edificio de más de 1.200 metros cuadrados, con todos los estándares de calidad y funcionalidad, para albergar la nueva Hospedería de la ciudad. En él se ubicarán también la oficina matriz de la fundación, así como los equipos de otros exitosos programas sociales ambulatorios, como Vivienda Primero y los de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores.

El proyecto que se empezó a gestar en 2008 incluyó un primer edificio, al que se denominó “plan de contingencia”, ubicado a un costado del Liceo Industrial de Osorno y a 50 metros de la actual Hospedería. Ese espacio, una vez que se inaugure la nueva Hospedería, pasará a formar parte de las instalaciones del Liceo Industrial de la ciudad, gracias al trabajo en alianza que han desarrollado la Municipalidad de Osorno y el Hogar de Cristo.

Financiada gracias a un Fondo Nacional de Desarrollo Regional, la nueva Hospedería es para el jefe de operación social territorial en Los Lagos, el trabajador social Yerko Villanueva, “un sueño cumplido”.

–Hemos trabajado en este proyecto por muchos años. En 2009 empezamos a pensar  y soñar una hospedería. Esto por la necesidad y el crecimiento explosivo de las personas en situación de calle en la región. Ha sido un camino duro donde hemos tenido que investigar distintas alternativas y nos encontramos con el desafío de ubicar un terreno. En esta búsqueda, la alianza estratégica con el municipio ha sido tremendamente provechosa, ya que hemos podido aunar muchos esfuerzos y voluntades para que este sueño se haga ahora realidad.

Y como ya se dijo: no será sólo la Hospedería, sino la casa matriz y el Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (PADAM). “El PADAM está reforzado con fondos del gobierno regional para atender a 120 personas. Y Vivienda Primero, que a través de sus 20 participantes, es una prueba concreta de que se puede dejar con éxito la situación de calle”, destaca el trabajador social.

Hace notar que no fue fácil embarcarse en el proyecto del nuevo edificio. “Debimos lograr que el municipio nos creyera que podíamos construir algo de primer nivel para las personas en situación de calle”.

EL PUCHERO DIARIO

El año en que la obra de Alberto Hurtado cumple 8 décadas desde su fundación en 1944, la flamante Hospedería de Osorno es como un gran regalo de Navidad  y de cumpleaños.

El Hogar de Cristo se expandió a la región de Los Lagos en 1986. Partió en marzo de ese año en Puerto Montt y el 8 de julio abrió la sede de Osorno.

–Recuerdo a la enorme cantidad de osorninos que han colaborado desde su fundación. Primeramente, se movilizaron para ayudar a quienes vivían en los portales de una iglesia, juntando sus voluntades. Y, en una pequeña casa que no estaba preparada para ser hospedería, empezó a funcionar ese albergue para acoger a las personas en situación de calle –señala, emocionado, Yerko Villanueva.

En ese impulso hay personas importantes, como el hoy octogenario sacerdote Peter Kliegel (84), quien vino desde su natal Silesia, en 1966 a Chile. Estuvo tres meses apenas en Santiago y luego se instaló en Osorno. Al alero de su parroquia, la del Sagrado Corazón, fueron arrimándose las personas en situación de calle, realidad de la cual se hizo cargo el Hogar de Cristo, impulsado por la comunidad local.

–Ahora trabajaremos en un espacio y con una infraestructura del más alto nivel, con espacios llenos de luz, que revitalizan y generan, tanto en los trabajadores como en los usuarios, una energía especial. Nosotros trabajamos durante muchos años en un espacio que no estaba hecho para el fin. Era una casona antigua que se fue parchando y ampliando de a poco, llegaban unas lucas y se ponían unas tablas, unos paneles.

En este año en que se cumplen 8 décadas del nacimiento del Hogar de Cristo, “nuestra organización se ha ido transformando, profesionalizando, avanzando. En las décadas de los 90 y del 2000, sobrevivíamos gracias a la caridad y al milagro cotidiano, que muchos atribuyen al santo Alberto Hurtado. A veces nos había nada para echarle a la olla y éramos los propios trabajadores quienes comprábamos verduras y nos conseguíamos los huesos en Procarne para el puchero diario”.

Yerko Villanueva es osornino de tomo y lomo. Lleva 24 años trabajando en el Hogar de Cristo y sabe de la evolución de la causa en la región. Y también del éxito de tantos participantes que han pasado por la Hospedería de Osorno. Éxito que para muchos puede parecer modesto, porque nadie se ha hecho rico o ha alcanzado la fama, pero centenares han recuperado el control de sus vidas. “El Hogar de Cristo es y ha sido un aporte para la ciudad y para muchas personas, por eso Osorno nos quiere y siempre nos coopera. Estamos en el pensamiento de sus habitantes”.

DE 90 A 55 KILOS

Actualmente la Hospedería alberga a 51 personas, con un edad promedio de 69 años, muchos de ellos con patologías crónicas. En la práctica, es más una residencia para adultos mayores. Esa realidad no corresponde al sentido de una hospedería para personas en situación de calle. Las necesidades y las estrategias de apoyo son completamente distintas. Por esto, el equipo del Hogar de Cristo lleva meses en un proceso de reubicación de los adultos mayores que no corresponden al perfil de una hospedería.

Es el caso de Edison Neguel Venegas (76), uno de los usuarios más antiguos. Está aquí desde la época en que funcionaban en la casita chica que recordaba Yerko Villanueva, donde tenían una capacidad máxima de 25 hospedados. “Recuerdo que me llevó un curado, uno igual que yo. Yo no quería ir porque en la hospedería no nos dejaban tomar. Me convencieron unas voluntarias que nos daban comida. Entonces, yo tenía 42 años”.

Durante dos años durmió debajo del puente bajo la carretera, cobijándose con cartones. Ahí, le dieron una puñalada que lo dejó durante catorce meses hospitalizado.

Fue criado por una madrastra evangélica que lo ignoró al nacer sus hijos propios. “Mi vida de torrante comenzó de niño. A los 8 años comencé a fumar. No trabajaba ni estudiaba”. El alcohol se lo comió.

Cuenta que en el Hogar de Cristo lo “recuperaron”. Durante los años 90 y el 2000 estuvo “muy bien enrielado y encontré trabajo en la ferretería Fraile. Todo iba bien hasta que me enamoré de una viuda diez años menor que yo. Fue el peor error de mi vida. Compré una casa a su nombre y vivimos juntos 16 años, pero enfermé de la próstata y descubrí que me engañaba. Me echó de la casa que yo le compré. Quise matarla pero alguien del cielo me dijo que no lo hiciera; debe haber sido el padre Hurtado”.

Volvió a tomar siete litros de vino al día. Hasta que le descubrieron cáncer al estómago. Le dieron seis meses de vida, lo operaron en 2019. De 90 kilos de peso, bajó a 55 kilos.

PIRINOLI: EL ALMA DE LA FIESTA

Jorge Eugenio Barriga Silva (65), conocido en Osorno como “Pirinoli”, brilla en cada evento que se organiza en la hospedería, aunque ahora camina con dificultad, apoyado en un “burrito”.

Su pasado como ganador de un concurso de cumbia en el programa de televisión “Talento Chileno” y la fama lo persiguen. Y, al mismo tiempo, han sido su perdición, asegura.

Nació en Curahue, región de La Araucanía, y asegura que su padre fue un jugador de fútbol muy reconocido. Dice que de niño fue buen atleta y corrió desde los 11 años.

–Una vez que dejé el deporte, mi vida cambió para mal, yo tenía 33 años. Me apodaron Pirinoli porque cuando caí en el alcohol, me ponía a bailar en la Plaza de Armas y me gustaba mucho hacer reír a la gente. La fama me hizo mucho daño.

Con su esposa tuvo un hijo, “Jorgito” (26), quien lo visita regularmente. “Mi mujer me dio dos oportunidades para cambiar, pero no lo hice, porque estaba hundido en el consumo de alcohol”.

Gerardo Bello, el jefe de la Hospedería de Osorno, resume: “Jorge siempre pensó que alguien más le iba a dar la mano, pero nadie más, excepto nosotros, lo hizo. Ahora estamos trabajando con él su reubicación”.

UN NAZI Y UNA ESTRELLA

Claudio Vera (63) asegura haber sido guardia de seguridad del criminal de guerra nazi, Walter Rauff, sin saberlo.

–El que sabía era el dueño de la empresa que me contrató, que era instructor de artes marciales. Yo fui el primero en esta ciudad en hacer los cursos de guardia de seguridad personal, de instalaciones y bancario.

Walter Rauff fue condenado por crímenes de guerra, se le acusa de espionaje y de crear las cámaras móviles de gas que se usaron para matar a miles de judíos en los campos de concentración. También habría sido responsable de eliminar a unos 200 mil enfermos mentales –la mayoría de nacionalidad alemana–, gaseados con monóxido de carbono

Claudio Vera no sabía a quién le tocó cuidar. Sólo se enteró cuando el nazi murió en Chile, donde permaneció durante 26 años oculto.

Claudio trabajó 15 años en ese rubro, donde también le tocó resguardar la seguridad en eventos, como en el del Festival de la Leche y la Carne, una tradición en Osorno.

Claudio lleva casi una década en la hospedería.

–Me acostumbré a vivir acá por la tranquilidad, además cuando estaba en la calle, consumía mucho alcohol. Todo lo que ganaba, era para tomar. Acá tengo amistades con personas mayores que yo. Converso con ellos y me he convencido de que no es bueno ser amigo del alcohol”, sostiene, tajante, con una facha de caballero que ya se quisiera el más pintado.

Edison, Jorge y Claudio están conscientes de que la inauguración de la nueva Hospedería del Hogar de Cristo en Osorno, ya no es para ellos. Que el programa acogerá a hombres y mujeres más jóvenes, ofreciéndoles amparo y comida por las noches, así como el apoyo para conseguir trabajo, completar estudios, retomar tratamientos de salud física y mental, y reinsertarse social y familiarmente.

Los tres agradecen haber tenido un hogar en la Hospedería y han logrado junto con el equipo social del programa tener un nuevo destino claro y apropiado a su actual condición. Y, por eso mismo, quisieron contar sus experiencias.

Ahora, cuando el nuevo edificio se inaugure este 23 de diciembre, la aspiración es conseguir éxitos como el de Juan Ortiz (52), quien dejó un pasado marcado por la vida en calle desde la infancia, el abandono, la delincuencia, la cárcel, gracias al trabajo de la Hospedería.

–Él llegó así hace casi dos años y sus ganas de superación ya estaban presentes. Llegó en el momento preciso. Teníamos cupo y apoyamos su proceso de autonomía y salida de la situación de calle. Todos los eslabones sociales funcionaron en su caso: salud, educación, vivienda, trabajo. Hoy Juan está juntando dinero para su vivienda en una cuenta de ahorro y le falta poco para reunir el monto necesario; tiene un trabajo estable con contrato en la feria de frutas y verduras; terminó el segundo ciclo de educación básica; asiste a un programa de tratamiento de consumo de drogas en el servicio de salud familiar del territorio; ha logrado vincularse con su único hijo. Es exactamente lo que se conoce como un caso de éxito.

Así hay que entender el servicio y el rol de una Hospedería para personas en situación de calle, como la primera estación de un viaje de regreso a una vida plena y digna.

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