Amigos: Estoy desolado, arrasado, de cuerpo y espíritu.
Quiero ser breve, demoledor, rotundo como la misma muerte artera les confieso siempre tuve temor, un gran respeto miedoso de éste lugar, cual púlpito y estar frente a Uds. y mirar a mi vera, a mi orilla, y ver a mi amada de toda mi vida, metida en un cajón, disminuida, pálida, tiesa, sin vida. No me cabe ninguna duda, esta es mi “Tormenta Perfecta”.
Parodiando a Pascal, puedo decir (Dios) “El corazón tiene razones que la razón no tiene”. Nunca imaginé esta situación bromeando en mejores días, le repetía que yo me iba a ir primero. Mónica provenía de una familia longeva, su padre Belisario murió con noventa y tantos, Chelita con poco menos; un día a casa llegaron unos jóvenes amigos jubilosos porque visitando la Facultad de Odontología en el salón de la facultad vieron el cuadro de honor de la misma como en una escala donde aparecían los nombres, y los años desde que existe la Universidad, de los mejores alumnos de cada promoción, y en uno de esos escalones aparece el nombre de Mónica Graciela Guzmán Nova, premio Universidad, la mejor de su promoción, súmele el hecho de ser además la de menor edad del grupo; sí era su tía Mónica.
Llegó a Calbuco en 1965, siendo su primera destinación una vez titulada, para ser la única dentista del Hospital, y después de años el servicio contrató a otro colega para que le aliviara la carga. Jubiló en el Hospital, trabajando también en su consulta particular, no podía estar lejos de sus pacientes; se reintegró al Consultorio de Texas, obviamente con un horario más reducido. Le escuché decir muchas veces que fue su periodo más satisfactorio, donde gozaba trabajando, y siempre con ánimo, optimista ¡tira para arriba! Ante sus pacientes y los problemas, y fue en ese estado bonanza anímica y espiritual, que un día aciago el cuerpo perentorio, le dijo NO MAS.
Trabajó de dentista en la comuna más de 50 años, de ahí que concluyo sin temor a equivocarme, que nadie nunca le ha metido más los dedos en la boca a los Calbucanos; que ella, perteneció a varias Instituciones, algunas hoy, ya desaparecidas, fue presidente de Conapran (protección a la ancianidad); en los largos años de gobierno militar, instituciones religiosas, leones, etc.
Soy socio León fundador, y como presidente de la misma en 1990 fuimos el primer club en incorporar a mujeres como leonas, en igualdad de derechos y responsabilidades que los hombres.
Por eso la institución fue su guarida en vida, y ahora en las postrimerías de su existencia, la actividad que le llenaba el alma, contar, de ahí que pidió incorporarse a nuestro coro polifónico. El canto coral le oxigenaba el alma, la renovaba.
Gustavo Adolfo Becker, un coloso de las letras a nivel universal, tiene numerosas joyas literarias de su autoría, compuso entre otras un poema tenebroso de desánimo, donde se conduele, y dice algo así “ Que solos y con frío se quedan los muertos en los cementerios”, Mónica querida te digo, tú nunca te vas a quedar sola, te vamos a abrigar, te vamos a arropar con nuestros más cálidos recuerdos, el de nosotros, tus cercanos, el de tus nietos, y el de los hijos de tus nietos, y por supuesto también con los pensamientos calurosos de Uds. presentes, que si estáis aquí es porque algún mérito le reconocéis.
Mónica, siempre sembraste con abnegación y amor, puedes sentirte satisfecha, tu cosecha colma las carretas, ha sido abundante en gestos de cariños en estos días.
Así era ella, única, generosa y sobre todo humilde, al igual que margaritas que brotan en los campos, crecen y florecen en medio de la hierba verde.
Mónica: tu tarea hecha está, te tendremos permanentemente en nuestros recuerdos, quédate en Paz, te lo mereces.
Hasta siempre.