No solo importa la cantidad de horas que se duerme, sino también la variabilidad, según el estudio del Hospital Brigham and Women’s de Boston, publicado en ‘The Journal of the American College of Cardiology’, ya que un sueño irregular duplicaría el riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Durante cinco años estudiaron a 1.992 participantes, de entre 45 y 84 años, que en un comienzo no tenían enfermedades cardiovasculares. Cada uno registró su actividad de sueño con una pulsera. Al finalizar el periodo de estudio, 111 participantes habían sufrido eventos cardiovasculares, como accidente cerebrovascular y ataque cardiaco.
Los resultados mostraron que, de 1.000 personas con un patrón de sueño regular, es decir, con menos de una hora de diferencia en la duración del sueño cada noche, ocho tendrían un evento cardiovascular durante un año, mientras que de 1.000 personas con sueño irregular (dos horas o más de diferencia en la duración del sueño cada noche), la cifra aumenta a 20.
La Dra. Catalina Torres, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Santa María, explica que esto se debe a diversas causas. “Es multifactorial. Está asociado a más liberación de radicales libres, a una mayor descarga de catecolaminas, a presiones arteriales más elevadas, a mayor asociación con mal metabolismo de la glucosa y sobrepeso. Todo esto aumenta el riesgo, por eso nuestras políticas públicas no deberían estar enfocadas sólo en la dieta y ejercicio, sino también en dormir bien”, asegura.
El Dr. Sergio Juica, neurólogo de Clínica Biobío, agrega que “el déficit de sueño, es decir dormir menos de 6 horas diarias y/o la mala calidad de sueño, aumenta el riesgo de padecer Ateromatosis (acumulación de grasa en las arterias), obesidad, hipertensión arterial, Diabetes Mellitus tipo 2, entre otras enfermedades que son, a su vez, las principales causantes de las patologías cardiovasculares, en especial infartos cerebrales e infartos al corazón”.
¿Cómo sabemos si dormimos bien?
La Dra. Evelyn Benavides, neuróloga especialista en sueño de Clínica Vespucio, explica que, si funcionamos bien al día siguiente, no presentamos problemas de aprendizaje y no requerimos siestas, es porque tuvimos un sueño reparador.
“Lo principal es la sensación de bienestar al día siguiente, de sentir que estamos descansados, concentrados y que nuestro sueño es continuo, que no haya dificultad ni en conciliarlo ni en mantenerlo, y que no se despierte en la noche”, agrega la Dra. Torres.
“Una sana disciplina a la hora de dormir, respetando las necesidades de sueño y descanso, permite un mejor rendimiento intelectual y físico. De lo contrario, se pueden generar faltas de concentración y memoria, mayor fatigabilidad física y mental, cambios de humor, menor resistencia al estrés cotidiano y mayor vulnerabilidad del sistema inmune. Estos efectos corresponden a quienes no han dormido como corresponde, lo que demuestra la importancia de respetar las horas de sueño”, asegura el Dr. Enzo Rivera, neurólogo de Clínica Ciudad del Mar.
El especialista agrega que “el reposo nocturno favorece los mecanismos de reparación, remodelación y metabolismo celular, ayudando a recuperar la energía y las funciones que se han deteriorado durante el día. En el cerebro se lleva a cabo la consolidación de la memoria y aprendizaje, y el cuerpo descansa, por lo que es vital no perjudicar este tiempo”.
¿Qué hábitos se aconsejan para mejorar la calidad del sueño?
“Lo ideal es seguir algunos hábitos de higiene del sueño como evitar siestas largas, no consumir alcohol en la noche, y evitar la exposición a pantallas antes de dormir. Además, se recomienda realizar actividad física en la mañana y evitar la automedicación de pastillas para dormir”, aconseja la Dra. Benavides.