Por Yerko Villanueva, jefe de operación social del Hogar de Cristo en Los Lagos
Por unos meses, durante el verano, creímos que la pandemia nos estaba dando tregua y que las cosas, poco a poco, mejorarían. Impactó también en la percepción de riesgo económico y social, el primer retiro del 10 por ciento de los fondos de pensiones. Sabemos que por esta causa hubo disminución de la “clientela” de ollas comunes y comedores solidarios en poblaciones de todo el país, pero los actuales números de contagio, la saturación de las UCI y las consecuentes y al parecer inminentes cuarentenas totales que tienen un impacto directo sobre los ingresos de los que viven al día, han revivido el fantasma del hambre. Hambre, que para los más vulnerables de Chile y de nuestra región, requiere de urgente respuesta.
En las ciudades de Los Lagos, las personas que viven en situación de calle han incrementado su número, mientras los adultos mayores en abandono, los hombres y mujeres con discapacidad mental y escasas redes de apoyo, se han vuelto aún más solos y desamparados. A esto se agrega que, como Hogar de Cristo, la emergencia por COVID-19 ha mermado en un 35% la cantidad de socios aportantes, mientras nuestros costos se han disparado a causa de los elementos de protección personal con que es imperativo trabajar en hospederías y residencias de adultos mayores para prevenir contagios.
Por eso agradecemos tanto que el gobierno y los consejeros regionales hayan comprendido esta urgencia y destinado 165 millones de pesos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional para permitirnos entregar un servicio de alimentación diaria -desayuno, almuerzo, once y cena, durante 12 meses- a personas en situación de calle, con discapacidad mental y a adultos mayores de los programas residenciales. Esta medida nos permitirá entregar 892 raciones diarias y 325.580 anuales a 223 participantes directos de nuestros programas residenciales y a 800 indirectos de las comunas de Osorno, Castro, Quellón y Puerto Montt, todos en extrema situación de pobreza y exclusión social.
Agradecemos, emocionados, este aporte que nos permitirá atender 24/7 a quienes padecen más rudamente la pobreza en pandemia, entregándoles un espacio protegido, los servicios básicos y alimentación saludable cuatro veces al día, además de la dignidad y el cariño que todos merecen.