El académico del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), Bernardo Krause, presentará su investigación en la Reunión Anual de la Sociedad Chilena de Reproducción y Desarrollo.
Nacer con bajo peso o haber sufrido un deterioro en el crecimiento fetal puede augurar a futuro –en la adultez- enfermedades cardiovasculares. Dicha relación tiene que ver con el envejecimiento acelerado a nivel molecular, estructural y funcional de estructuras del sistema vascular. Pero ¿qué se puede hacer? Es la respuesta que entregará Bernardo Krause (https://bit.ly/3ANv2nk), académico del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), en la Reunión Anual de la Sociedad Chilena de Reproducción y Desarrollo, donde expondrá sobre el tema y las potenciales oportunidades para prevenirlo.
Su exposición “Nuevos mecanismos vasodilatadores controlados por mecanismos epigenéticos y el papel protector de los antioxidantes en los orígenes del desarrollo de la salud y la enfermedad”, se enfoca en cómo prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en personas que han presentado un bajo peso al nacer.
“El deterioro del crecimiento fetal (DTF) programa un mayor riesgo para posteriores enfermedades cardiovasculares, efecto que estaría mediado por el envejecimiento acelerado a nivel molecular, estructural, así como en el funcionamiento de distintas estructuras del sistema cardiovascular, como las arterias y el corazón. El DTF es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad perinatal, que afecta aproximadamente al 10% de embarazos, variando entre el 5% y el 25% según la población encuestada, con una mayor prevalencia entre mujeres embarazadas de nivel socioeconómico bajo”, explica el Doctor en Ciencias Fisiológicas.
El experto puntualiza que la Restricción del Crecimiento Fetal (RCF) normalmente se define por un peso fetal por debajo del percentil 10, sin embargo, nueva evidencia muestra que el crecimiento intrauterino deficiente puede afectar varios neonatos nacidos por encima del percentil 10, especialmente al final del embarazo, que pueden pasar inadvertidos, pero con resultados perinatales adversos.
“Varios estudios en la placenta muestran que la disfunción vascular o FGR, también se encuentra al nacer en coriónico (unidades diminutas que están presentes en la placenta) y arterias umbilicales. El suministro reducido de oxígeno fetal o hipoxia fetal, el estrés oxidativo y los patrones de flujo sanguíneo alterados, como la tensión de cizallamiento (fuerza que el flujo sanguíneo ejerce en la pared vascular) son marcadores clínicos clave en la FGR, independientemente de las limitaciones que conducen a un crecimiento deficiente”, agrega el investigador UOH.
Para el académico ambos factores ejercen un control estricto del desarrollo vascular y funcionar a lo largo de la vida. “Sin embargo, cómo estos estímulos interactúan e imponen un programa epigenético de la función endotelial, sigue siendo un enigma”, puntualiza.
“Nuestros resultados sugieren que las células endoteliales arteriales del cordón umbilical, en complemento con enfoques en modelos animales, se pueden utilizar como modelos exitosos para explorar la programación vascular dentro del feto, proporcionando la base para aplicaciones clínicas preventivas, capaces de promover una función vascular saludable durante la gestación con consecuencias positivas en edad adulta”, finaliza el Dr. Krause.
La XXXIII Reunión Anual de la Sociedad Chilena de Reproducción y Desarrollo se desarrollará, entre 7 y el 9 de septiembre, en el Aula Magna de la Universidad Católica del Maule y también tendrá presentaciones sobre el impacto del Covid-19 sobre la fertilidad y el estrés post-natal temprano, entre otros temas.