Gerente de Economía de la Salud y Reembolso de Medtronic en América del Sur
Resolver las históricas listas de espera, que se han acentuado durante la pandemia, implica considerar variables que van más allá de los costos. Desde hace tres años aproximadamente se ha venido instalando en Chile y Latinoamérica la idea de también tomar en cuenta el valor que aportan las tecnologías médicas: primero, para el bienestar de los pacientes, y luego, para el bienestar financiero de los establecimientos de salud –sean públicos o privados. Este paradigma, también conocido como “Adquisiciones Basadas en Valor” o “Value-Based Procurement”, ya ha impulsado la creación de diversos mecanismos que buscan la eficiencia de los sistemas sanitarios. Tomar medidas en esta línea significa que a las tecnologías de alto costo les podemos exigir más: que cumplan con resultados y que garanticen un nivel de logros.
Buscar que las tecnologías de alto costo cumplan lo resultados clínicos es central en patologías alta prevalencia y alto gasto para el sistema de salud, presionando por un uso y compra eficiente de los recursos. Una salida innovadora probada en países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Panamá y Puerto Rico son los “programas de protección de resultados”, cuyo precedente son los conocidos acuerdos de riesgo compartido. ¿La similitud? Las compañías de tecnología médica están dispuestas a compartir riesgos. ¿La diferencia? El proceso para aplicar el programa. El esquema se organiza identificando una tecnología adhoc a las necesidades del país y de un establecimiento, permitiendo mejorar el acceso para los pacientes y resguardando los costos y riesgos financieros para prestadores de salud.