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La adolescencia es una etapa de gran relevancia en el desarrollo; es un momento en que se experimentan cambios biológicos, pero también psicológicos y sociales. Fundación CAP entrega algunas recomendaciones para poder apoyar a los jóvenes durante este proceso.
La adolescencia tiene como foco central la construcción de la identidad y, por lo tanto una búsqueda y reafirmación de gustos, intereses y aprendizajes. Para quienes acompañan estos cambios es importante saber que los jóvenes empiezan a diferenciarse, y es natural que se alejen y prefieran relacionarse más con pares, amigos o compañeros. “Aun así durante esta etapa, el apoyo de los padres, madres u otros adultos significativos es fundamental para que puedan alcanzar un desarrollo saludable. Como adultos, debemos seguir siendo referentes y acompañantes, pero con cuidado de no dificultar este proceso de diferenciación, y desde una posición que podríamos llamarle, “Ni tan lejos, Ni tan cerca”, comenta la psicóloga del Programa Aprender en Familia de Fundación CAP, Amanda Díaz Osorio.
Y agrega, “la verdad, no hay una fórmula mágica para hacerlo de la manera correcta, todas las personas somos distintas y por lo tanto nuestras relaciones y procesos también lo son, pero hay algunas herramientas que son transversales como:
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Demos espacios al cambio: Aparecerán gustos, intereses e incluso actitudes que no eran típicas en nuestros hijos o hijas, pero recordemos que son las mismas personas y que todos cambiamos a lo largo de nuestra vida.
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Interesémonos: Preguntando por cosas que les gustan, algún deporte, música o película. Quizás compartimos algún gusto o aprendemos algo nuevo.
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Sigamos demostrando cariño: Puede ser que ahora nos “suelten la mano” o ya no nos acepten un beso o abrazo en la calle, pero sí podemos recalcar sus cualidades y logros que van teniendo.
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Reafirmemos el apoyo: Es importante recordarles que siempre que lo necesiten estaremos ahí, y que tengan presente que podrán acudir a nosotros ante cualquier inquietud.
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Mantengamos límites: Nada de esto implica que pueden hacer lo que quieran y explorar todo lo que aparezca. Aquí toma relevancia nuestro rol como adultos significativos, al guiar estos espacios y momentos para que se den de forma segura y beneficiosa.
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Pongamos atención: Cuando quieran contarnos algo, es importante que sepan y sientan que tenemos el tiempo y la disposición para escucharlos.
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Validemos sus emociones: Puede ser que para nosotros algunas situaciones no tengan la importancia que ellos y ellas parecen darle, pero intentemos ponernos en su lugar. Recordemos que puede ser la primera vez que le está pasando y entendamos que no están fingiendo, si no, que realmente lo está sintiendo. Y también validemos nuestras emociones, ya que nosotros también vamos a experimentar cambios y sentiremos distintas cosas a las cuales debemos dar importancia.
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Valoremos el diálogo: No siempre es necesario sentarnos a conversar de forma seria y profunda, podemos llegar con una anécdota y algo de risa, lo importante es poder contarnos en lo que estamos viviendo. Y hacer de las conversaciones espacios seguros, sin sentirnos juzgados o recriminados, sino queridos y en los que podemos decir lo que nos pasa y lo que sentimos.